Sentado a la puerta de mi casa
sin mirarme
frente a mí pasan
me ofrecen sus espaldas
sobre el mugre de sus bluyines
yo pienso ¡Dios!
y mi tarde se hechiza entre sus pliegues
con sus pasos...
Señor:
¿qué llevan en sus bolsillos
traseros
los muchachos?