A la voz de sus señoras
silenciosos
y dóciles
y dóciles
como suelen los condenados
del borde
del sardinel
levantan sus traseros
dos
chicos enamorados
Y ocultos
tras de los autos
casi al desgano
los une
la despedida:
bajo sus
pantalones el deseo
acecha como un bandido
a los jovencitos
sumidos en un abrazo
acecha como un bandido
a los jovencitos
sumidos en un abrazo
Lento el
andar
los tercos ojos que vuelven
van pues
hacia sus casa:
a salvo
de la noche
¿se acariciarán en sus cuartos
¿se acariciarán en sus cuartos
solos
medio desnudos
sonriendo bajo las cobijas
como asustados?
medio desnudos
sonriendo bajo las cobijas
como asustados?
7 p.m.:
esta hora
en que las madres
ocultan a los niños
ocultan a los niños