Fernando Molano, Circa, 1996

domingo, 14 de octubre de 2012

Me gustaría quedar atrapado en ti

Querido Diego,

bien sé yo que no me escuchas, tan muerto como estás;
pero, ¿no podríamos, en esta noche, juntos soñar que eres
un bello espíritu sentado a mi lado sobre el piso, a orillas de la cama;
charlando ingenuamente, como solíamos, los simples asuntos de la vida?

 Porque aún me rompen la cabeza ciertas preguntas y, ahora mismo,
no tengo con quien conversar de mis asuntos. A veces no entiendo nada.
Pero aún sigo creyendo que cada cosa, cada temblor, guarda dentro de sí
un sentido. Tan sólo no dura mucho. Igual que tú; igual que Luis Jorge, a su modo.

  Aquí el mundo sigue dando vueltas -sin ti: a mí todavía me resulta extraño-.
Los ríos siguen corriendo y no se cansan; florecen las flores  y los muchachos;
los amigos vienen a visitarme; aún hay problemas en casa.
Y a mí todavía el amor me excita: como el de este hermoso chico -sinceramente
lo amaba- en cuya despedida he venido a soñar contigo en este tonto escrito de
un libro dedicado a ti. Si pudiera ya cerrar la pagina. Permanecer aquí a tu lado,
amor.

  Al menos déjame darte un beso. Vamos, apresuremos los labios:
podría amenazar de nuevo el día...