Sí
era tu bello amado una delicada flor
plantada en qué pobre huerto
abonado de miserias:
no era fácil no encantarse.
Y cómo no desear saltar la cerca
para intentar robar
hechizado su hermosura
-tan exquisita y perversa
o no soñar llevarla contigo
a una pequeña casa
en un lugar solitario
algo así como una montaña
entre agradecidos arbolitos
donde por fin no sufrir
no escribir
no pagar cuentas...
Pero sabías que era otro el dueño del jardín
y no habrías de ser tú
pobre arruinado
quien la regase y disfrutara
ni quien pudiera cuidar
su maltratado corazón
-que no era a ti a quien amaba.