Bien sea.
Cae a él dando tumbos sobre piedras
- como has debido
y lava tu asustado corazón en su remanso.
Recostado a sus aguas
ahoga tu cuerpo desnudo
en sus abrazos;
purifícate en este instante,
no
durará
más
que
eso:
no pidas al Cielo
la permanencia
pues sabes bien que en el frágil amor
todo atenta en contra suya
empezando por los amantes mismos
y sólo navegamos a través de su dulzura
hacia la muerte.