Sigue por su cintura
mi pierna
y está para mi mano
su espalda
-arriba mirón el techo
para mi corazón
su silencio
Pero suenan
como alarmas terribles
en su dulce ensueño
los cuatro golpes firmes
tras la puerta
-¿hemos ya gastado nuestro rato?
si sobre el piso
al pie de esta cama sucia
todavía nuestro deseo
permanece tibio
entre su pantaloncillo
y el mío